Escuchando la LLuvia

Así que allí estaba yo, sentado, escuchando la lluvia. Si me hubiera muerto en aquel mismo instante nadie habría derramado ni una sola lágrima en todo el mundo. Tampoco es que yo lo quisiera. Pero era raro. ¿A qué grado puede llegar la soledad de un perdedor? Pero el mundo estaba lleno de perdedores como yo. Sentados, escuchando la lluvia, preguntándose adonde se había ido todo. Uno sabe que es un perdedor cuando se sienta a preguntarse adonde cojones se ha ido todo. Bueno, no se ha ido a ninguna parte. Tres cuartas partes de mí estaban muertas. Coji el periodico. Fui a la seccion de relax. Había un anuncio. ¿TE ENCUENTRAS SOLO? ¿CALIENTE? ANIMATE. LLAMA A UNA DE NUESTRAS HERMOSAS CHICAS. ELLAS ESTAN DESEANDO HABLAR CONTIGO. HABLE CON EVELIN O LAURA¸ O BIANCA. LLAME AL 800-435-8745.

Di un trago largo a la cerveza y marqué el número.

–Hola, cariño, soy Evelin!
–Hola, Evelin, me llamo Mac.
–Mmmm, –tienes una voz tan sexy! –Me estoy poniendo cachonda!
–Venga ya!, mi voz no es sexy.
–No te hagas el modesto!
–No, Evelin, no soy modesto...
–¿Sabes?, –me siento muy cerca de ti! Me siento como si estuviera acurrucada entre tus brazos, mirándote a los ojos. Yo tengo los ojos grandes y color miel. Te inclinas hacia mí, –como si fueras a besarme!
–Y una mierda!, Evlin, yo estoy sentado aquí solo, bebiendo una cerveza y escuchando la lluvia.
–Escucha, Mac, tienes que usar la imaginación un poquito. Déjate ir y te sorprenderás de lo que podemos llegar a hacer juntos. ¿No te gusta mi voz? ¿No la encuentras bastante... mmm, sexy?
–Sí, bastante, aunque no demasiado. Parece como si estuvieras acatarrada. ¿Has cogido frío?
–Mac, Mac, cariño mío, –estoy demasiado caliente como para coger frío!
–¿Qué?
–He dicho que estoy demasiado caliente como para coger frío!
–Bueno, parece como si hubieras cogido frío. Quizá es que fumas demasiados cigarrillos.
Yo sólo fumo una cosa, Mac!
–¿El qué, Evelin?
–¿No lo adivinas?
–No...
Baja la mirada, Mac.
–Vale.
–¿Qué ves?
–La copa. El teléfono...
–¿Qué más, Mac?
–Los zapatos...
–Mac, ¿qué es esa cosa tan grande que está ahí empinada mientras hablas conmigo?

––Ah, esto! –Es mi barriga!
–Sigue hablando conmigo, Mac. Sigue escuchando mi voz, piensa que estoy ahí, entre tus brazos, tengo el vestido un poco levantado, se me ven las rodillas y los muslos. Tengo el pelo largo y negro. Me cubre toda la espalda. Piensa en ello, Mac, piensa en ello...
–Está bien...
–Vale, y ahora ¿qué ves?
–Lo mismo: el teléfono, los zapatos, mi copa, mi barriga...
––Mac, qué malo eres! Tengo muchísimas ganas de ir ahí y darte un buen azote! –O tal vez te deje que me azotes tú a mí!
–¿Qué?
––Fuerte, fuerte, Mac!
–Evelin...
–¿Sí?
–¿Me disculpas un momento? Tengo que ir al cuarto de baño.
–Ay, Mac, –ya sé lo que vas a hacer! –Pero no tienes que ir al cuarto de baño para hacerlo, puedes hacerlo mientras hablas conmigo!
–No, no puedo, Evelin. Tengo que mear.
–Mac –contestó ella–hemos acabado esta conversación! Colgó.

Fui al cuarto de baño y oriné. Mientras lo hacía, aún podía escuchar la lluvia. Bueno, fue una mierda de conversación, pero al menos me había hecho olvidar a algunos imbeciles de esta ciudad y otros asuntos. Tiré de la cadena, me lavé las manos, me miré al espejo, me guiñé un ojo y regresé a mi cerveza.